Esta serie de cuentos no ofrece respuestas, pero sí preguntas que duelen. Cada relato es una incisión en la carne del mundo, una exploración de su enfermedad no como accidente, sino como condición inherente. El sufrimiento, la pérdida, la alienación, la degradación del alma y de lo cotidiano no aparecen aquí como excepciones, sino como síntomas de una realidad estructuralmente enferma.

A través de personajes solitarios, escenas desgastadas y atmósferas que bordean lo insoportable, estos cuentos invitan a contemplar el lado más crudo de la existencia cotidiana. No desde el morbo, sino desde una mirada lúcida: la que no teme asumir que el dolor no es un error del sistema, sino su lenguaje más íntimo.

El mundo, en estas páginas, no se muestra como algo que se rompió, sino como algo que nació roto. Y al hacerlo, estos relatos obligan al lector a preguntarse si la tristeza no es, acaso, la forma más honesta de conciencia.